domingo, 18 de febrero de 2007

Textos recuperados de









elcolordemaracaibo.blogspot.com

Visítalo, con muchas más imágenes.



Saturday, June 03, 2006

Aventura en Venezuela

En 1998 se realizó la aventura llamada Venezuela.
Primera salida a un encuentro deportivo de magnitud similar. Primer y único viaje a Sudamérica. Tras el vuelo a Caracas, un Fiat Uno rentado en el aeropuerto de La Guayra, fue el transporte durante los siguientes 4 mil 500 kilómetros, en casi 21 días.
Muchas historias surgieron entonces. Colores, orgullos, ojos lindos y mujeres que no tienen comparación. En lo deportivo, en lo anímico. En el aprendizaje y el cómo allegarse información, mucho hay qué contar. Y otro tanto por leer.
A mí, me llenó de satisfacción escribirlo con la prisa del enviado y con esa magia que surge cuando todas las imagenes desean ser plasmadas en la hoja y el tiempo se acaba: ya es casi el cierre de edición. Envía, por favor...
posted by Pedro Díaz G. @ 12:31 PM 0 comments
Ritmo, belleza; pasión....



Pedro Díaz G./ Enviado

Maracaibo, 8 de agosto.- Una antorcha de colores tatuada en la mejilla; o la espalda inundada de diamantina; o los grandes zancos que ya hacen temblar las piernas después de dos horas esperando a los invitados de honor.
Los Juegos.
Ya.
Ha sido inaugurada la decimoctava edición de esta justa Centroamericana con la delegación mexicana al frente en el desfile de naciones por haber sido nuestro país el primer anfitrión, allá por diciembre de 1926. Marchar n una a una las columnas de deportistas sobre el tartán del estadio Pachencho Romero, ilustre atleta venezolano y, salvo Colombia, todas juegan limpio: caminan despacio, sienten el aplauso, agitan gorras; saludan.
"Medellín 2003" se lee en la manta que portan los colombianos y de inmediato vendrá el no se vale pues un desfile de naciones no debe incluir propaganda proselitista aunque por ah¡ se vean a decenas vestidos de anaranjado con la leyenda "ahora somos m s" que el teniente coronel Francisco Arias Cárdenas, promotor (y ahora presidente honorario del comité‚ organizador) de esta justa, ha mandado a hacer en franca carrera hacia las elecciones para gobernador en noviembre, en donde piensa reelegirse.
Disputan la sede panamericana, además, Guadalajara y Santo Domingo. No se vale.
S¡, parecen decir los protagonistas en esta tarde que amenazaba lluvias torrenciales pero que se ha portado clemente con el espíritu de una juventud que no se cansa nunca.
También ser válido formarse a las puertas del estadio con toda cautela y sobredosis de paciencia en espera de encontrar sitio en las tribunas después de la incómoda revisión, uno a uno, con detector de metales y abra su bolsita por favor que los comandos rurales de la Guardia Nacional solicitan rifle y escopeta en mano.
No gusta de la violencia el ex rebelde del ejército venezolano y presidente honorario de los Juegos y los asistentes lo saben. Quedan quietos si quietos les piden; deambular n de puerta en puerta buscando el acceso correcto, sin chistar, si de aquello se trata. Y aunque la fiesta --denominada por otro de los políticos venezolanos, Hernán Alemán, presidente de la asamblea legislativa del estado Zulia: "El día que tocamos la gloria"- empieza tarde, nada importa si se hace con orden.
El deporte se convierte as¡ en bandera de ideales que desconocen los miles de pequeños reunidos desde muy temprano en las entrañas del estadio, vestidos ya, con zancos ya, con flores y frutas sobre la cabeza ya, cuando inician los festejos, justo a las cinco y veintidós, con la virtual caída del cielo de una docena de deportistas que se lanzan en paracaídas para posarse suavemente en la grama ante el grito espontáneo de admiración.
Ha iniciado la fiesta que conjuga ritmo con belleza.
Pasión.
Se moviliza vía walkie-talkie cada comandante y sus soldados obedecen: nadie pasa, a pesar de las acreditaciones, a pesar de los sellos militares, a pesar de los argumentos nada válidos. No, dicen y por allá atrás, envueltos en una música que inunda el estadio y que inicia con la banda-show de la escuela Rafael Urdaneta (que lo mismo toca con bombos timbales y platillos, que agita banderas mientras otros tantos chiquillos penetran al campo para soltar sus globos de colores), las niñas bailan. De amarillo las gimnastas, de azul las folclóricas y m s al fondo, acaso escondidas como sorpresivo cierre, en pleno maquillaje y seductivo contoneo, se encontrar n la reina de los Juegos y sus treinta princesas que por la noche atraer n a todas las miradas.
Habrá que vestirse para la ocasión: playeras sin mangas, ellos; tops, pantalón a la cadera, cabello ensortijado, por ejemplo, ellas. Cientos que ya llegan con el novio, con la mamá, con los compañeros de la escuela a este inicio de actividades que se digiere con especial condimento: el sabor latino.
El Parque del Sol, complejo deportivo, recibe también a los que menos tienen y todo lo desean. Y ya venden a las puertas del estadio raspados, plátanos fritos, refrescos en tarros congelados (con el logo oficial), boletos de lotería. "Entrele al quino, esta semana tres millones. ‚éntrele!"...
Y ser hasta pasadas las siete de la noche cuando arribe la comitiva que como imán buscan los obturadores. Tras el perfecto despliegue de seguridad, tomarán su lugar Rafael Caldera, presidente de Venezuela, el príncipe Felipe de Asturias, José‚ Joaquín Puello, titular de Odecabe, José‚ Ferrer, al frente del Comité‚ Organizador, Fernando Romero, presidente del Comité‚ Olímpico Venezolano y monseñor Ovidio Pérez Morales, arzobispo de Maracaibo. Les acompañan los 32 presidentes de los comités olímpicos nacionales del área.
A trabajar, les dicen a los gigantes adolescentes que ataron hace mucho tiempo ya las correas de sus zancos al tobillo y que al desplegar sus capas se convierten en banderas de cada nación participante.
Vendrá entonces la parte fantástica de esta inauguración.
Diminutas gimnastas que arrebatan los suspiros maternales, tablas escenográficas formando el emblema de la bandera regional de los zulianos: radiante sol al que cruza diagonalmente un rayo sobre fondo en azul bicolor de que arranca el alarido en la tribuna.
Se hace la ola. Y es, justo tras la llegada de Francisco Arias, que las puertas se abren y, por fin, al anochecer, entra la-gente-tres-horas-en-fila-y-casi-desesperada.
Vendrá la belleza de 31 venezolanas y el desfile de las banderas en manos de la Guardia Nacional.
Pasear el equipo mexicano con su despojada abanderada --Marisol Bretón-- al frente al grupo que sueña con un segundo lugar, por el amor de Dios. Tras la danza de las naciones la ceremonia se volverá solemne: agradecimientos, abrazos entre autoridades, mensajes a los deportistas.
No ceden los militares en su perpetuo afán de obediencia y no se cansan las pequeñas inmersas en el júbilo sinfín. Ya para las nueve de la noche entrará a la pista el fuego centroamericano en manos de María Elena Giusti, nadadora de sincronizado; la antorcha ser tomada, para un penúltimo recorrido, por Arquímedes Herrera quien la ofrece a Rafael Vidal, ambos atletas, para declarar oficialmente inaugurados los Juegos.
Maracaibo esta noche vibra con diferente intensidad.
Por las calles caminan presurosos los vendedores en espera de clientes; las bocinas de los autos se transforman en extensión de gritos que se siguen escuchando en los alrededores del estadio para perderse en cada rincón de la pequeña ciudad de apenas dos millones de habitantes que tiene, en el ritmo, la música, la pasión, el sello latinoamericano que hace, de esta, una competencia ideal para el disfrute de los sentidos.
Los atletas después de los bailes deben partir obligadamente al hotel pues muy temprano comienza la esencia de la fiesta: la lid deportiva a la que tantos han venido.
Maracaibo.
Los Juegos.
Ya.
posted by Pedro Díaz G. @ 12:26 PM 0 comments
El orgullo que ilumina el cielo




Pedro Díaz G./ Enviado

Maracaibo, 9 de agosto.- Desde la lejanía un brillo inunda el oscuro cielo de esta región del Sol que descubriesen, en 1499 los marinos españoles Alfonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio.
Es el intenso resplandor de su parque deportivo.
Acaso la más reciente señal del orgullo colectivo: cuando el día muere las luces de todo el complejo se encienden y así permanecen en señal de fiesta, hasta el amanecer.
El orgullo que los zulianos tienen en sus Juegos se sustenta en un pasado de veloz desarrollo y un presente cosmopolita.
Orgullo, es lo que se respira bajo el intenso calor.
De sus mujeres:
--...Sí, son lindas. Pero acaso porque vivimos aquí y ya estamos acostumbrados no nos sorprendemos tanto. Pero, lo mejor, es que son simpáticas, alegres, bulliciosas. Coquetas...
Por sus ancestros:
--...Fueron ellos quienes nos colocaron a la cabeza en Latinoamérica: aquí se instaló la primera planta eléctrica de alumbrado en 1896 y se proyectaron las primeras películas del país, a finales del siglo pasado. En nuestro estado, además, se construyó la primera refinería venezolana de la era petrolera moderna.
De su bello puente que cruza al lago en la parte más estrecha:
--...Se terminó en 1962, justo cuando iniciaba el boom petrolero; tiene un largo de 8 mil 679 metros y 18 de ancho...
Maracaibo es, también, tierra de serpientes y cascabeles, como lo declararon los aborígenes Añú o Paraujanos, Wayúu o Guajiros, mucho antes del arribo de las naves españolas.
Tierra, además, que ahora convence a sus habitantes con extraños gestos demagógicos:
En las autopistas:
--No corras, Venezuela te necesita.
Y en bardas y camiones:
--Desarrollo de la ciudad sólo por el amor a nuestra gente.
Funciona.
Felices están los zulianos con los Juegos. Las calles han sido decoradas con motivos que complacen a los visitantes: banderas nacionales de cada nación participante en los postes de la avenida principal, colores de cada nación en el centro y postes de alumbrado que se convierten en gigantescos muñecos de colores luego de ser arropados con papel brillante que le dan un toque de celebración popular a estos días de inagotable actividad.
Gritan las voluntarias venezolanas a todo pulmón y sus voces se confunden en ritmos que impiden, en el subcentro de prensa del municipio San Francisco y los periodistas se quejan: no se puede ni hablar por teléfono.
Cada una, o uno, dirá: ¿Es usted periodista?, yo estoy aquí para ayudarle, en lo que necesite. No dude... ¿un fresquito?, ¿una línea telefónica?, ¿un dato?
Y la petición que no termina:
--¿No traerá por ahí un pin de México?
Nada calma sus impulsos:
--Yo colecciono monedas de otros países. Mire, ya tengo de...
--Y yo, latas de fresquitos. ¿No traerá una de su país?
El calor es sello distintivo en la región.
Pero mucho hay en Maracaibo además de esa temperatura que raya en la inconsciencia de los dioses.
El Zulia (“la fuerza de Venezuela”) es un canto a la vida. Es gente bulliciosa, amable. Es tambor y chimbangueles (tradicional instrumento musical), es el ¿cómo estáis vos? Que no termina nunca.
Es, acaso símbolo latino, el eterno inventar chistes de las cosas cotidianas.
También hay pobreza que se refleja en las barriadas: calles maltratadas por el paso del tiempo y los automóviles; casas construidas con paredes de lámina justo a unas cuadras de las torres apartamentales de lujo. Contraste.
--...Claro que también hay delincuencia. A esa no la acaba nadie. Por más que lo prometan los políticos: el robo, el crimen nacen en cada casa y fuera de ella nadie nada puede hacer. Consejo: no andar solos por la noche y, fuera de las instalaciones deportivas y centros de prensa, por favor, dejen a un lado sus acreditaciones pues es como una etiqueta que anuncia: aquí hay dólares...
Se dice, se rumora por ahí que aquí nació el nombre del país todo.
Américo Vespucio, cuenta la leyenda, asombrado quedó de esa civilización que levantaba sus viviendas sobre el Lago y comentó:
--Esto es muy parecido a Vene-cia...
De ahí Vene-zuela.
Mucho tiene de qué enorgullecerse la gente de Maracaibo.
De sus deportistas, por ejemplo: Luis Aparicio, beisbolista que antes de ser estadio fue jugador durante 18 años en Grandes Ligas; los hermanos Pompeyo y Víctor Davadillo, también grandes peloteros; Betulio González, que en boxeo fuera tres veces campeón mundial mosca; Pedro Gamarro, atleta de plata en 1976, Montreal…
En 1529, Ambrosio Alfinger fundó un caserío al que dio el nombre: Maracaibo. Más tarde, en 1569, fue Alfonso Pacheco y en 1574 Pedro Maldonado quienes repoblaron el lugar en donde hoy, miles de deportistas, comienzan a tejer sus ilusiones olímpicas.
Maracaibo es historia, tradición, belleza, que se puede admirar en sus edificios antiguos y sus iglesias, como la célebre Basílica de Chiquinquirá.
Maracaibo.
La ciudad del sol hoy posee, por las noches, brillo propio.
Es el orgullo.
posted by Pedro Díaz G. @ 12:19 PM 0 comments
Una torre vestida con bandera

Villa Centroamericana, tomada por los colores mexicanos

Pedro Díaz G./ Enviado

Maracaibo, 10 de agosto.- Desde la amarilla malla ciclónica que rodea a la manzana de la villa centroamericana, se puede distinguir, en el cuarto piso del edificio verde (coincidentemente llamado solidaridad) una gran manta: bienvenida, delegación mexicana.
Pero lo que realmente emociona es la enorme bandera que en el cubo interior del edificio, y entre los pisos cuatro y seis (del cuatro al nueve tiene la delegación mexicana), han colocado nuestros atletas.
Cuatro son las torres de 18 pisos que albergan a los atletas. Amarilla, marrón y azul. 17 apartamentos por piso, tres recamaras por cada uno y ocho camas además de la sala de estar, con una pequeña mesita, un baño y el cuarto de lavado.
Ahí se apiñan cómodamente los deportistas.
¿Cómodamente?
Sí, porque todo funciona bien en esta villa ya especializada en recibir delegaciones. Construida para los Juegos Bolivarianos de hace cinco años tiene todo preparado para que nada falle.
Acaso la única dificultad sea el esperar algunos minutos más los alimentos, en el comedor, pues, como cada día hay variedades distintas la tardanza se torna eterna y el hambre arrecia.
Cinco mil jóvenes conviven llevados por el rapto de la emoción y se cuentan historias, hablan de sus culturas; ríen. Intercambian vocablos; se enamoran y juran escribirse hasta más allá de la eternidad.
Son jóvenes. Y disfrutan lo que para ellos ha deparado la vida.
Están aquí y lo mismo andan en bicicleta dentro de las instalaciones que cruzan la calle para comprar en el centro comercial o salen a cambiar sus dólares al banco, siempre lleno.
Nadie, a no ser ellos y sus entrenadores y equipo técnico, podrá penetrar las puertas de acceso resguardadas celosamente por la Guardia Nacional.
Duermen bien, porque las tres habitaciones del apartamento poseen aire acondicionado. Sólo ahí. Así que el suplico mayor, además, será encontrarse en el elevador: cada torres posee seis, pero en la verde sólo cinco funcionan.
El tercero de los niveles tiene, para los mexicanos, una apartamento habilitado como sala de masajes. Y entonces sí, ahí está también lo divertido pues mientras se relajan de la tensión, de lo cansado del esfuerzo y lo rabioso del calor, charlan cómodamente recostados en espera de que las cosas salgan bien.
Una televisión les acompaña mientras músculos y tendones aflojan y sueros y vitaminas les son aplicados para contrarestar los efectos del calor.
Dayana es una maracucha que adora a Juan Gabriel, admira hasta el límite a Talía y enloquece no sólo por los mexicanos --“los más simpáticos de todos”, aunque no los más alegres, “pues esos son, por bullangueros y gritones, los dominicanos, a los que les siguen los puertorriqueños; detrás, mis amigos de México”-- que todas las tardes acude a las afueras de la villa en espera de una conquista. Se le verá ahí, día a día, con unas hojas arrugadas que guarda en el pantalón y en donde anotará autógrafos y, si bien marcha todo, quizás hasta dirección y teléfono con la impecable lógica de que conociendo gente aumenta su posibilidad de, algún día, cruzar las fronteras. Escapar. “Hacer mundo”, dice.
Y como ella, muchas más.
También estará, por ahí, Néstor, un venezolano que ha viajado dieciocho horas desde Puerto La Cruz para vender playeras a las puertas de la villa, aunque a pesar de extender los brazos a la infinidad de personas que por sus ojos cruzan, poco ha vendido. Con el sello de concupiscencia en la mirada, dirá, a pesar de todo, que las más bellas mujeres de Venezuela se dan en su región.
Tarjetas telefónicas, cepillados, como llaman aquí a los raspados de sabores; por aquello de cepillar el hielo, gorras... Y decenas de camiones que se apostan al costado de la catedral de Chiquinquirá, en la calle que la divide de la villa y que con toda paciencia ordenan los servicios de seguridad. En la puerta que vomita gente todo el tiempo y aún antes de que crucen la escalera, ya les preguntan, a gritos, los voluntarios:
--Y ustedes, ¿a dónde van?
--Al polideportivo.
--A la sala de combates.
--Al estadio Luis Aparicio.
--...Por acá, vengan. En éste les toca.
Y partirán los autobuses de inmediato en esta, que parece una perfecta organización.
Música que sale por las ventanas y alcanza a la avenida Miranda; charlas amistosas en los corredores y ecos que se antojan gritos sordos. Ires y venires como hormigas enloquecidas.
La villa.
--¿Te gusta?
--¡Está cheverísima?, dirá Dayana.
Lo está, dicen los atletas.
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El cuerpo pide descanso...

Ana Fidelia
Tormenta del Caribe: dulzura y voluntad



Pedro Díaz G. /Enviado

Maracaibo, 11 de agosto.- Un cartel con la figura de Ana Fidelia Quirot levantando el brazo al final de una de sus innumerables competencias cuelga en muchas de las puertas de las habitaciones que ocupan los cubanos en la torre azul de la villa centroamericana.
Triunfaremos por la patria, se lee al margen.
Ella sonríe dentro del cuarto sin aire acondicionado y con sencillos acabados:
--Claro que es gratificante ser un símbolo –dice.
El calor es insoportable este mediodía, antes de que la estrella cubana del atletismo ingrese, después de entrenar en la pista de la Universidad de Zulia, al lado de sus compañeras, a una junta técnica con sus autoridades que se adivina larga.
Estrella mundial y olímpica, como lo es, vive al lado de siete de sus compañeras en el cuarto 5-7 del edificio. También se preocupa por el incidente del elevador. Pero son cosas que pasan, comenta.
Señales de aquella explosión del 22 de enero de 1993, cuando estalló el calentador de su casa, han quedado en el cuerpo de ébano como marca indeleble de momentos que no quisiera recordar: quemaduras de segundo y tercer grado en el 38 por ciento de su cuerpo.
--Me quemé rostro, cuello, tórax, abdómen y brazos. Perdí a mi bebé. Casi muero.
--¿Cómo sobreponerse a todo aquello?
--Con fuerza. Con voluntad. Con eso que el deporte me ha dado en tanto tiempo...
Tiene 35 años (los cumplió el pasado 23 de marzo) y entrena como si tuviese doce, cuando con su hermana María Moré comenzó en el baloncesto, en su natal Palma Soriano.
--El retiro está cerca...
--Al doblar la esquina.
El tono de voz es dulce a pesar de lo ríspido que por momentos se torna su gesto.
La ternura es cualidad que se conjuga con férrea voluntad.
Corría 1974 cuando, una tarde, el profesor Juan Heredia Salazar la vio tratando de perfeccionar sus encestes y le preguntó si le gustaría correr. Lo primero: tomar su tiempo en los 60 metros. No gustaba mucho de la práctica del atletismo y a pesar de haber aceptado la invitación, no fue constante.
--Jugué hasta beisbol. No. No era nada tranquila entonces... Tampoco buena estudiante.
Pronto regularizó sus entrenamientos, tras las quejas que el entrenador entregaba a su madre y un año más tarde era becada para acudir a la Escuela de Iniciación Deportiva de Santiago de Cuba.
Vendrían los triunfos.
El perfeccionamiento.
--No fue fácil. Al principio los deportistas de élite tenían otro nivel y causé baja por lo que dijeron flojo rendimiento deportivo. Y es que yo era gordita...
--¿Gordita?
--¿Y por qué no? --responde--. Inclusive muchos que me conocieron en aquellos tiempos me siguen diciendo así: gorda.
--¿Qué significa ser Ana Fidelia?, ¿es sencillo?
--No lo es. Hay muchas limitaciones; es una vida sacrificada y de muchos compromisos con el pueblo. Como todo deportista: dormir temprano no ir a diversiones. Entrenar. Dedicarte. Y atender la casa.
La campeona vive sola.
--...Y entonces tengo que lavar, planchar, cocinar/
--Y prepararte porque todas te quieren ganar.
--Exacto.
Tiene Ana Fidelia varias atletas que quisieran alcanzarla: María Mutola, de Mozambique y dos rusas: Elena Afanaseiva y Svetlana Masterkova, entre muchas más.
Hace poco, en Estocolmo, en plena carrera otra competidora la pisó y trastabillo; salvo de caer: apenas tocó el tartán con las manos, antes de recuperarse y llegar en tercer sitio.
La siguiente, en el último Mundial de Sttutgart (oro en 800 metros con 1.55.78 minutos):
--...Fue la mejor carrera de mi vida, porque después de aquel susto me recuperé y tácticamente corrí perfecto.
La marca centroamericana de los 800 le pertenece: 1.59.00
--...La romperé. A eso vengo. Y es que si pienso que ganaré el segundo, tal vez llegue en tercero; si digo tercero quizás no consiga medalla. Por eso pienso: siempre en primero.
--¿Por la patria?
--Por la Patria.
En enero de 1997 anunció: me retiro en agosto, tras el campeonato mundial de Grecia. No lo hizo. La convenció la comisión técnica de atletismo y su entrenador, Leandro Civil.
Pero:
--Son ya 23 años corriendo y ya no llegaré a Sydney. El cuerpo pide descanso.
--¿Planes?
--...Tener un hijo.
Lo merece. Será de oro.
posted by Pedro Díaz G. @ 11:59 AM 0 comments
El canto de los huelepega

700 kilómetros de frontera con Colombia


Pedro Díaz G. /Enviado

Maracaibo, 11 de agosto.- Traen los ojos como cristales rotos y el andar cansino. Su aliento es pegajoso y las palabras apenas audibles. Son los niños desarrapados que deambulan lo mismo en la plaza central que a las afueras del mercado. Poco se acercan a la zona frecuentada por la clase alta y enclavada hacia las grandes y altas construcciones.
Pero cuando lo hacen se tornan peligrosos.
Se intoxican con el más atroz de los inhalantes, aquel que sin estar prohibido, convierte a su cerebro en muy poco tiempo en tan sólo una bodega de neuronas muertas: el pegamento amarillo.
Son los huelepega y por acá se escucha a ritmo latino una canción que los define: “ahí vienen los huelepega; han llegado, están aquí. Nadie puede con ellos...”, según canta Sandy & Papo.
Hace poco, cuenta Arelis Ocando, “entraba yo a la farmacia y vi a un grupo de niños afuera. No tomé importancia y me metí. Ellos lo hicieron detrás. El dependiente al ver que traían escondida una lata de pegamento quiso quitárselas. ‘Es que me da lástima verlos así’, argumentó. Eran unos ocho, de unos seis años el más chiquito y quizás doce el mayor. Enfurecieron. Comenzaron a romper las vitrinas y a destruir el lugar. Yo terminé en el fondo de la farmacia, agazapada. Sólo la policía los pudo controlar”.
Las drogas.
Tan sólo la región del Zulia (otros tres estados colindan: Táchira, Barinas y Apure) posee 700 kilómetros de frontera con Colombia. Y el intercambio comercial genera, para los zulianos, operaciones que superan los tres mil millones de dólares anuales.
Dinero legal. Transacciones que a todos convienen.
Pero...
Al final de la 15 Delicias, el camino sigue hasta convertirse en carretera que, en una hora, nos llevará a Colombia.
No es sólo la red nacional de caminos la que habrá que proteger sino las trochas, infinidad de pequeñas veredas abiertas en la maleza que aparecen constantemente para meter por ahí la droga.
Métodos como esconderla en tanques de gasolina o neumáticos han quedado obsoletos y lo que aquí sucede llama a la irrealidad: cadáveres de niños indígenas robados en Venezuela regresarán sin entrañas y retacados de droga. En animales para el consumo alimenticio...
O en los dediles: pequeñas fundas de goma que hacen las veces de cápsulas ingeridas por las “mulas” para el contrabando.
--...En la Universidad Katy era una niña muy querida, tomó algunas clases conmigo –narra Hebert Valbuena, de 22 años-- y nadie nunca lo imaginó: era una mula. Un día, y esto fue un escándalo que supo todo el país, los ácidos que produce el estómago fueron más poderosos que otras veces y, apenas llegando a Nueva York, cayó desplomada. Intoxicación. Todos lamentamos su muerte. Quién lo hubiera creído: el novio era el narcotraficante...
Hace una semana la policía realizó la enésima razzia a una discoteque en Bellavista, en plena zona comercial de Maracaibo: Champions. Sabían que dentro había droga y nunca la encontraban. Pero esta vez fueron a lo más profundo: permanecía escondida en la tubería del lavamanos.
--Por tierra es por dónde más cruza la droga de Colombia a este país. De todo: mariguana, pastillas, coca y crack –informa como en un lamento, Omar Perozo, miembro de una de las muchas fundaciones contra las drogas que han nacido en los últimos años en Venezuela.
Los precios, por la distancia, son accesibles para contaminar a los estratos más bajos de la población. Los altos no se salvan:
--...Ya lo dicen: pueblo chico, infierno grande: yo he estado yendo a una provincia que se llama Santa Bárbara de Zulia. Poca gente y mucho dinero, muchísimo. Tanto como droga puede consumir la mayoría de sus habitantes en el lujo de sus fiestas y en el vértigo de sus actividades.
¿Qué hacer?
Los pobres inhalan el pegamento amarillo. Se convertirán, así, en huelepegas, que nosotros llamaríamos chemos. La juventud, en un número preocupante, anda con un pitillo en la bolsa para meterse rayas de crack, o con pipetas en el auto para procesar la cocaína base. Fuman mariguana.
“Cada raya que te metes te raya por dentro”, escupe la televisión.
No hacen caso en un mundo en el que las emociones naturales ya no alcanzan y el hedonismo se convierte en otra razón para el disfrute.
En casa, los hijos comienzan a aparecer y desaparecer en intervalos regulares, sin razón aparente. Comenzarán los robos en pequeño. Se fugarán no muy tarde.
La mayoría de los adolescentes ha tenido alguna experiencia con bebidas alcohólicas y con otras drogas. De ellos, gran número experimenta un poco y deja de usarlas; o las usa ocasionalmente sin tener problemas significativos. Algunos seguirán utilizándolas regularmente con varios niveles de problemas físicos, emocionales y sociales. Otros desarrollarán dependencia y actuarán por años de manera autodestructiva.
El saber rechazar es parte de la solución, pero el decir “no”, es insuficiente.
Porque:
--Una vez que entras al mundo de las drogas difícilmente puedes salir. Si eres consumidor consuetudinario o si de alguna manera te conviertes en distribuidor, en el momento en que dices me retiro te lo impiden, y, si insistes, ellos prefieren matarte. Temen que los denuncies.
Indigentes pidiendo dinero en las calles para satisfacer sus necesidades fisiológicas y emocionales. Pequeños con el futuro roto desde antes de su concepción; clases sociales que se someten al capricho de la economía, el narcotráfico, más poderosa del planeta.
El gobierno de Zulia, para resolver algunos de los problemas fronterizos, ha logrado que la cancillería venezolana designe a un embajador, con asiento en este estado, para tratar los asuntos con mayor eficacia.
Se han firmado doce cartas de intención con los departamentos colombianos El Cesar, Santander y la Guajira.
No alcanza.
--Somos el puente de Colombia no sólo hacia Sudamérica sino hacia Europa –comenta, desolado, el profesor de matemáticas de la Universidad de Zulia, José Alfonso Piazza.
Presionado por la guerrilla, el gobierno colombiano no tiene acceso a muchas zonas que en su propio territorio han quedado atrapadas entre estas dos naciones: desde mediados de los ochenta hasta ahora más de 100 mil automóviles han sido robados en Venezuela y están allá, en tierra ¿de nadie?
Inexplicable.
Cada vez son más grandes los alijos de droga que se descubren. Y menos efectiva la lucha contra lo que se conoce ya como la pesadilla de fin de milenio.
Omar Perozo:
--...Por ello trabajamos: para prevenir, porque este problema va para largo. Años tardará erradicarlo. No tengo duda: toda una generación se está perdiendo. ¿Quién la salva?
Contamíname, pero no con el humo que asfixia el aire...



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Friday, June 02, 2006

Elevador: una historia que son muchas






Pedro Díaz G./Enviado


Maracaibo, 11 de agosto.—Les sucedió a cuatro mexicanos y pronto la noticia por diversas circunstancias recorrió el mundo en la vorágine de un amarillismo que se sustenta en extraños manejos periodísticos. Los volibolistas Carlos Coronato, Gerardo Martínez, Jesús Rangel y José Luis Martell viajaban en el elevador de la torre verde con la intención de llegar a la planta baja. Lo tomaron en el ocho y tenía oprimido el diecisiete así que, junto una atleta de nombre Marili y el entrenador dominicano de atletismo Fernando Winston Chapman de 43 años con algunos kilos de más, subieron pacientemente. Cuando el ascensor estaba por llegar a la planta baja, y entre el segundo y primer piso, intempestivamente se detuvo ante el azoro y les hizo doblar las piernas, desconcertados. Se miraron unos a otros y una queja de dolor surgió entonces del dominicano que ya con una lesión en el otro pie tuvo, tras el reporte médico: fractura de meseta tibial externa de rodilla derecha más lesión de ligamento interno lateral exterior y cruzado anterior según reportaría más tarde el doctor de su delegación, Juan Niemen. Se le enyesó --lo estará 21 días-- en una clínica privada hasta donde llegó en ambulancia; el viernes tiene una nueva cita. ¿Sobrepeso? Nada. Los espigados deportistas no reunían, junto con Winston, las características para algo así pues estos elevadores soportan hasta a trece personas. Pero el diario Panorama, con las instalaciones más novedosas del país, es rotativo al que la gente aquí poco cree: se desplomó un elevador desde el sexto piso: heridos. Pánico de mexicanos y dominicanos en la villa centroamericana, publicó, y pronto la noticia inundó las redacciones. Tendencia hacia el partido Acción Democrática al que pertenecía Carlos Andrés Pérez, el ex presidente, aducen en Maracaibo. Por eso la insólita exageración: siempre está en contra de lo que hace el gobernador Francisco Arias Cárdenas y eso ante los ojos de un pueblo complacido, es inválido. El elevador cuenta con un sistema que lo asegura cada tres pisos de sus dieciocho en casi de caer y mientras tanto el jefe de seguridad de la villa ha sido despedido. Una joven que nadie supo si era puertorriqueña o afanadora por lo similar de sus vestimentas y que lleva “como ocho ataques epilépticos” fue transportada en la misma ambulancia. Veinte minutos estuvieron atrapados y tuvieron que salir, uno a uno, por la escotilla superior antes de irse a dormir. “Dijimos: vámonos por las escaleras”, cuenta Carlos Coronato, “pero al otro día ya le habíamos perdido el miedo. No pasó nada, en realidad”, dice y manda calma y saludos a los padres de toda la delegación mexicana que no dejaron de llamar para saber qué sucedía con sus adorados hijos tan lejos de casa: nada.
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¿Los Juegos del desdén?


El Centro Internacional de Transmisiones, montado por la televisión cubana



Pedro Díaz G./ Enviado


Maracaibo, 13 de agosto.- Desde la suntuosidad del salón Cabagua, nombre en honor de una de las islas del archipiélago venezolano, parte la señal directa de televisión. Es, el hotel, Maruma (350 dólares la habitación por noche), la sede que ha elegido el comité organizador para montar el Centro Internacional de Transmisiones de los Juegos del Sol.

Y ha sido la televisión cubana la encargada de la tecnología que envía las señales desde los diferentes escenarios para el disfrute de unos cuantos. Porque sólo dos países poseen los derechos de las competencias: Venezuela y Cuba.

El resto, como México, retransmitirá resúmenes, cápsulas informativas; ediciones...

El esfuerzo de cinco mil atletas se conoce por medio de los casi 500 periodistas habilitados para la cobertura en la región. Pero aún los Centroamericanos no son totalmente negociables.

Pedro Sarlengo, a cargo de la comercialización y miembro del Comité Organizador, comenta que “no hemos podido colocar la señal directa en más países a pesar de lo atractivo que resultan para, por ejemplo, los cubanos, que diariamente transmiten diez horas de competencias. Prácticamente una cobertura total”.

Pero sólo ellos.

Dos organismos están al frente del CIT: la televisión cubana y el CO. Y para generar las imágenes se conformó una trilogía que aporta la producción: Cuba, la Televisión Venezolana y la regional de Zulia Niños Cantores. Es de ellos la labor de enlace entre competencias y el CIT. Y aquí, en un reducido espacio (“esto debió ser mucho más grande, lamenta Roberto González --director del centro--, pero el comité organizador, al no negociar la señal tuvo que reducir sus costos al mínimo”) se conjunta la labor de cincuenta personas encargadas de recibir la señal y enviarla vía satélite a Caracas, de donde sube al satélite para ser recibida por Cuba, única interesada a nivel nacional del desarrollo de cada prueba.

Cincuenta personas que “no sabemos ni la ubicación de los estadios” permanecen día y noche en el hotel en donde se fabrica la magia televisiva que por lógica natural deberían recibir mucho más naciones de las 32 del área que participan en esta edición centroamericana.

--¿Qué ha sucedido?

--Ha sido muy difícil convencer a las televisoras de la bondades comerciales. Ya en el pasado ha sido así: Cuba y el país sede son únicos interesados. Quizás en futuras ediciones algo mejor logremos hacer y eso depende, en mucho, de la misma labor de los atletas. Del nivel de desarrollo que surja de esta competencia dependerá nuestro futuro mercantil, en este rubro –comenta Sarlengo.

--Es lamentable que una competencia como esta no pueda ser seguida puntualmente por mucha gente más. Pero así estamos en el área y como es mucho el dinero que se maneja en las transacciones a este nivel, no podría asegurar si algún día serán costeables. Yo así lo espero porque sería un aliciente más para los jóvenes atletas –dice el delegado puertorriqueño José Antonio Morales.

En este sentido los Juegos Olímpicos tienen una enorme distancia de diferencia. Millones son los que, por ejemplo, esperan con ansiedad a la reina de las pruebas en el atletismo, los cien metros planos. Casi todo el planeta sigue atentamente esos menos de 10 segundos que definirán al corredor más veloz del planeta.

--Poco se puede hacer para compararnos con ellos, pero se han realizado reuniones para ver de qué manera se podría salvar este que, definitivamente, es un obstáculo que nos impide seguir creciendo. De algo estoy seguro, de que la evolución natural de estas competencias nos dará gratas satisfacciones en un futuro próximo –acepta Sarlengo, que se niega a mencionar las cifras de los convenios.

Dos días han demorado los técnicos cubanos en montar este centro. –Para nosotros el deporte es un factor importante y estamos aquí como lo hemos estado ya en muchas ocasiones más cuando de Centroamericanos y del Caribe se trata.

Gran movilización.

Recursos tecnológicos que cumplen con los parámetros de calidad para que cada golpe, brazada, pedalazo, sen observados en el instante mismo en el que se producen, son desperdiciados inutilmente en estos, los Juegos del desdén televisivo.
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La natación, en franco retroceso




Pedro Díaz G./Enviado


Maracaibo, 13 de agosto.- Hace unas décadas la natación mexicana era la más temida. Era potencia regional. Ahora no sólo no avanzan sino que están retrocediendo.

Las palabras lapidarias son del entrenador cubano Arturo Valdés y las pronuncia antes de las protestas, de los jaloneos, de los exabruptos originados tras nadar el relevo de cuatro por cien en estilo libre femenil y tras argumentar que Adriana Marmolejo partió con ventaja del banco de salida.

--Los años en que acudir a unos centroamericanos era, para el resto de los países, sólo intentar un segundo sitio, pues México tenía asegurado el oro en casi todas las pruebas, han pasado. Ahora las cosas son más equilibradas –comenta, a un lado de la piscina del complejo deportivo Parque del Sol, la delegada venezolana Lourdes de Goncálves--. Los otros países trabajan. Mejoran. No así ustedes.

Los deportes acuáticos en México se debaten en estructuras infuncionales que dan como resultado descalabros como el que se vive en estos momentos.

¿Qué ha sucedido?

--Esto se debe en mucho a la superioridad que han adquirido los técnicos de la región --responde José Antonio Morales, al frente de la natación puertorriqueña--. Y a los compromisos reales de ciertos gobiernos con su deporte. Cuba, por ejemplo, tiene gobernantes que cubren todas las necesidades de sus disciplinas. Se consiguen los mejores programas, el apoyo es incondicional para técnicos, entrenadores y atletas y eso permite una formación integral que se observa de manera contundente en reuniones como esta. Nosotros, por ejemplo, tenemos programas en los que la participación se ha abierto. Con once años al frente de la federación hemos trabajado en un solo tema: hacer de éste, antes deporte exclusivo de las clases favorecidas, una oportunidad para todos los niveles sociales. Hemos construido albercas públicas que nos permiten una mayor participación conjugando así los esfuerzos de clubes privados e instituciones escolares. Y es que debemos partir de una base: el deporte es necesario para la integración de cada ser humano, no sólo de unos cuantos. Por ejemplo, Puerto Rico, con dos medallas de oro en Ponce, esta vez ha superado sus expectativas, pues llevamos tres ahora.

Como en México, muchos de los atletas puertorriqueños son exportados a los Estados Unidos. Cuando se detecta talentos se busca de alguna manera una beca que les permita encontrar un desarrollo para colocarlos en niveles de élite.

--Ninguno de nuestros nadadores está fuera de Cuba –agrega el entrenador cubano Arturo Valdés--. Pero trabajamos en programas en donde todas las facilidades científicas, médicas y técnicas son aplicadas con rigurosa exactitud. Hace dos años tuvimos una clínica en donde se dijo algo muy importante: había que unir todos los elementos y lo hicimos: nos dedicamos a la enseñanza y preparación de los entrenadores. Y los muchachos son concentrados en un sitio en donde practican diariamente y de ahí son trasladados a centros universitarios para que continúen con su desarrollo educativo. Contamos con un equipo completo: cinco entrenadores, dos médicos, dos fisiatras y un sicólogo. De 1986 hacia acá hemos ido mejorando poco a poco y ya tenemos, inclusive, a dos medallistas olímpicos. Ustedes deberán aprovechar una ventaja para el futuro inmediato: cuentan ya con el apoyo y las enseñanzas del técnico alemán Gerhard Hubner, que estuvo con nosotros y nos abrió el camino para llegar hasta donde estamos. El nos hizo un estudio de idiosincracia que se ha aplicado en todo Cuba. El problema que México tiene es que su estructura deportiva no les da más allá de cierto desarrollo y es por ello que, para seguir creciendo, deben enviar a sus nadadores a los Estados Unidos. Este es el momento de unir esfuerzos entre todos los que intervienen en el deporte porque de otra manera su natación podría caer en un abismo insalvable. Y eso sería terrible después de haber sido los monstruos del área.
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Casi con el niño en brazos...





María Luisa Martínez, bronce en triatlón; plata por equipos


Pedro Díaz G./Enviado


Sumario: “¿Podría pasar?, por favor... es que voy a darle de comer a mi bebé...”


Puertos de Altagracia, 14 de agosto.- Para llegar al club deportivo privado Ola Beach habrá que volver hacia el puente Rafael Urdaneta (en donde media docena de policías en plena circulación detienen, pistolas en mano, a dos individuos a los que ya someten y permanecen en el suelo con las escuadras sobre la cabeza: robo de auto o narcotráfico), cruzarlo, y tomar a la izquierda bordeando del Lago Maracaibo para llegar a una de las pocas zonas en las que se puede nadar sin problemas, ya en el inicio del Golfo de Venezuela, porque a pesar de que está en constante tratamiento, la parte de agua dulce no pierde sus peligrosos grados de contaminación que impiden a los maracuchos lanzarse al agua.

Es en la costa nororiental del lago donde se ha desarrollado la primera prueba de triatlón. Una hora y media les separa de las demás sedes y por ello los competidores han debido llegar a concentrarse en este club de rojos ladrillos y techos a dos aguas que posee albercas, canchas de tenis, salones de juegos y una pequeña playa a donde llegan en suave marea algunas pequeñas olas.

El día, para ellas, comienza a las cinco de la mañana, con el desayuno. Un par de horas para poner a punto sus bicicletas y justo cuando dan las nueve gran parte de esta población de pequeños y casi escuálidos niños azorados por la el inusual movimiento que les lleva un trozo de civilización a donde ni teléfono ha llegado, sale de sus casas para ovacionarlas.

Ahí están las triatletas centroamericanas dispuestas a iniciar esa prueba de sacrifico que incluye mil quinientos metros nado en estas espesas aguas, cuarenta kilómetros en bicicleta y, ya para los lindes del mediodía, otros diez kilómetros a pie en feroz carrera.

Sobre los ojos, sobre el lomo, cae como una bestia lenta, pesa, respira el agua, se extiende por las cosas, agobia. Este calor benigno, reparador del mundo, te entierra a golpes.

Y ya, allá van ellas, con toda la intensidad de la que son capaces, en esta la primera vez que su disciplina inaugura un ciclo olímpico que les garantiza además Panamericanos y Olímpicos. Allá van, con ese especial énfasis de competir primero contra sí mismas y después contra el resto de las rivales.

Tres son las mexicanas: Carmen Ochoa, Karina Flores y María Luisa Martínez, que antes de partir da un beso a Ricardo González, su esposo y entrenador, y ofrenda una caricia tan sutil como ala de canario a su pequeño Ricardito, de apenas siete meses, que también quisiera meterse a nadar con ella, como lo hace cada vez que juntos practican.

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Todo comenzó con la natación.

--No fui muy buena.

Y se dio casi por herencia. Su abuelo, Manuel Alvarez, después de participar en la prueba de cuatro por 400 en Los Angeles 1932 tuvo el récord nacional por casi 20 años; su tío, Rafael Alvarez, acudió a Munich 72 como pentatleta.

Cuando a finales de los ochenta el triatlón comenzó a tomar auge, ellos acudían a cada vez más competencias.

María Luisa y Ricardo González se conocieron, no podría ser de otra forma, en el deporte, hace diez años. Ricardo aún competía y su nombre giraba por todos los rincones como uno de los mejores triatletas del país.

Pero fue hasta luego de cinco años de estar conviviendo y encontrándose en cada competencia que comenzaron a salir y aquellas citas que se extendían desde los entrenamientos hasta después de la película en el cine, ya muy noche, tuvieron lógica transformación: se casaron en mayo del 95 en la parroquia de la virgen de Guadalupe, en el centro de Cuernavaca y hace apenas siete meses nació el pequeño Ricardo.

--Nuestro logro más grande fue en 1995. Ellas ganaron la medalla de bronce por equipos en Mar del Plata, en Panamericanos (María Luisa, Carmen Ochoa y Verónica Granados). Y los hombres ganamos el oro. Eramos Carlos Provert, Bernardo Zetina y yo –dice Ricardo, que ahora es entrenador de su esposa y del equipo nacional en pleno.

No es fácil:

--Para entrenar me voy con el equipo, y la muchacha a veces me cuida al bebé. Nado con él, un rato, y luego ya se duerme mientras yo sigo. Los sábados y domingos una amiga a la que entreno va con su mamá y me ayuda con él; en lo personal me es de gran ayuda. Todo esto que he logrado se lo debo a mi esposo y al apoyo de mis padres. Inclusive ahorita mi mamá pudo venir hasta acá. Mírala allá anda...

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Los resultados: Carmen Morales, Colombia, 2.06.55 horas; segunda Jenny García, Venezuela, 2.07.29 y tercera María Luisa 2.29.48. Décima María Ochoa, 2.14.32 y décimosegunda: Karina Flores 2.15.55

Por equipos: Colombia: 4.21.13; México: 4.24.20; Costa Rica 4.24.49; Cuba: 4.31.25; Venezuela 4.31.44 y sexto República Dominicana 4.36.39.

Mañana compiten los hombres. Por México, Javier Rosas, José Luis Zepeda y Usiel Valderrábano.

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No fue sencillo apoderarse de la medalla. El inicio en la natación fue lento. Dos vueltas había que darle al recorrido y como aún debe perfeccionar su nado se rezagó un poco. Ya en la bicicleta, cuatro vueltas a un circuito de 10 kilómetros. En una de las vueltas en U, llegaron muchas al mismo tiempo y las bicicletas cayeron, junto con algunas competidoras. María Luisa tuvo que salirse del camino, acomodar la cadena e iniciar para poder alcanzarlas en plena fuga. Lo hizo y llegaron juntas a la zona de transición para la carrera a pie. Y fue cuando logró, después de ir en sexto a unos metros del final, jalar hasta que recuperó el tercero.

Ya salen los resultados (que partirán en taxi hacia la sala de recepción para incluirlos en la computadora pues esta localidad está aislada de todo contacto telefónico); se preparan las edecanes para la ceremonia de premiación.

Requiere María Luisa (que estudió Diseño Gráfico aunque no lo ejerce, por las competencias) de un par de minutos y por ello acude a la única sala libre de curiosos en esta romería que ya termina.

¿Podría pasar, por favor?.... Es que voy a darle de comer a mi bebé...

Al que colgará su medalla.
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El arte de portarse bien




Pedro Díaz G./Enviado


Maracaibo, 15 de agosto.- Sobre la avenida 15 Delicias, por la noches, trabajan: prepararán comida típica, como los patacones, una especie de sincronizadas cuya tortilla es más bien plátano frito y adelgazado en forma de disco, variación modernista de la comida criolla. También acudirán, desde muy temprano, a los supermercados en donde pasarán la vida empacando víveres a cambio de algunos billetes, generalmente, para apoyar al sustento familiar.

Deberán cuidarse, por supuesto, de los huelepegas que les esperan al salir de sus trabajos y que, a cambio de, por ejemplo, reunir cientos de latas de aluminio para venderlas a ínfimos precios el kilo, como algunos que deambulan entre la basura, prefieren el dinero fácil:

--...Tienen palos y siempre nos están molestando. Esperan a que salgamos y nos siguen para quitarnos las ganancias. Ayer, un policía se dio cuenta y tuvo que apuntarle a uno con su pistola para que me regresara mi dinero –cuenta Jonnhy, que guarda en su koala, pequeña bolsa atada a la cintura, casi tres mil bolívares reunidos en las tiendas Makro.

Por eso, por la violencia social que se desata entre los pequeños del barrio, y “por querer ser un buen chamo” es que Titi practica el taekóndo, o sea, el taekwondo, por las tardes, de cuatro a seis, después de salir de la escuela y antes de partir a su trabajo nocturno como cocinero de platillos deliciosos.

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No. No hay muchos espacios públicos para los maracuchos en esta ciudad que, como tantas, basa su desarrollo en una nada óptima utilización de sus áreas urbanas.

Se extiende hacia los lados Maracaibo en asentaciones irregulares sin límites. Y aunque apenas su población alcanza poco menos de dos millones de habitantes, no hay lugares suficientes para el recreo y el esparcimiento.

¿Qué hacer?

Han decidido, por ejemplo, readaptar espacios que comúnmente permanecen cerrados a ritos cada vez menos frecuentes: el cementerio La Chinita decidió rehabilitar sus instalaciones. Jardines, remozamiento a espacios abiertos; acceso a bicicletas y colocación de juegos mecánicos, pistas para patinar en ruedas; además de andadores para paseos familiares, son algunos de sus nuevos atractivos.

La evolución de la ciudad ha repercutido en cambios sustanciales en el modo de vida de los maracuchos de hace unas décadas.

Aquí los automovilistas tienen prioridad y es ciudad que se cruza en unos minutos. Pocas veces existe tráfico, a no ser por obras que cierran corredores o distribuidores, como llaman a las vías de rápida circulación que no alcanzan a denominarse autopistas. Y todos los bocinazos son agudos, aunque provengan de enormes y vetustos impalas o caprices de la década de los ochenta, o audis y mercedes con diseños que adelantan cómo será el nuevo milenio. Nadie reclama a no ser por algún claxonazo y las peleas entre automovilistas son casos verdaderamente aislados.

Del mercado popular –a la izquierda entrando por el puente Urdaneta, en Punta de Piedra—a los grandes centros comerciales –como el Galerías, con cientos de locales, boliche, pista de hielo, canchas de tenis--; de las calles peatonales a las rutas de alta velocidad –ya se planea un inmenso trébol al costado del estadio Luis Aparicio, en Los Olivos--; de los juegos callejeros –en pequeñas plazas de barriada-- a la televisión por cable, poco a poco se ha ido restando sitio para el esparcimiento de esta niñez que debe convefrtir su vida cotidiana en el arte de portarse bien.

Poco a poco desaparecen los momentos para el recreoal aire libre y se da paso a las tardes en los llamados malls con clima artificial.

Al abrupto cambio de cultura le urge una recapitulación.

Venga, disfrute las tardes de sábado y domingo con sus muertos. Realice sus picnics, sus fiestas infantiles; corra para mejorar su salud. Hágalo venerando de pasada a sus muertos en el Cementerio Jardines de La Chinita.

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¿Cómo salvar a la infancia de ese flagelo de drogadición que en estas calles está a la vuelta de la esquina?

La jefa del departamento de cajas en el supermercado Victoria de Las Américas habla de los niños que con ella trabajan:

--Al menos a todos los que aquí tenemos se les comprueba que sean niños bien portados. Que no vaguen por las calles o pierdan el tiempo inútilmente en pandillas que se reúnen por las noches. Se habla con sus padres... y se les incentiva: cada fin de año uno de ellos es premiado por nuestra tienda y, como si llegara Santa Clós, se le ‘viste de Navidad’. Es decir, se le compra un nuevo guardarropa al que mejor trabajo haya hecho a lo largo del año. Se trata de alejarlos de las drogas, de los grupos de malos amigos. Ellos lo entienden y luchan por su superación. Se les enseña a tener una conducta respetuosa hacia los clientes.

Así, muchos pequeños desde los ocho años de edad, ingresan a la labor productiva del país con mínimos derechos laborales, a cambio de un futuro algo promisorio.

Así pasan sus días.

Aunque hoy se les vea gritando desaforadamente en el estadio Pachencho Romero, en las pruebas de atletismo, o en el gimnasio de basquetbol cuando las venezolanas derrotan a sus rivales de Cuba, desde donde sus alaridos recorren el mundo en voz de los cientos de periodistas que les observan, felices, tan sólo en espera del futuro.

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Se dispone Titi a preparar un patacón con carne mechada. Uno más.

Tiene apenas catorce años y deseos infinitos de ser campeón mundial de taekóndo, el deporte que lo defiende, además, de los huelepegas que caminan solitarios por las calles.

--¿Y usted, señor, ha viajado mucho?, ¿conoce Francia?, ¿es bonito? Grita a sus hermanos: "¡Los señores son muy importantes!"

Más importante eres tú; lo son tus sueños.



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De Chiquinquirá a Cabimas


Tras el tañer de las campanas...

Tras 180 kilómetros de agobiante calor, tres medallas, las últimas, reparte el ciclismo. Dos para México: plata y bronce, en la prueba de Ruta.

Pedro Díaz G./Enviado

Maracaibo, 16 de agosto.- Imposible partir sin visitarla. Así lo acuerda el equipo mexicano que, en pequeños grupos alterna el cuidado de las bicicletas, y tras suspender el entrenamiento penetra unos minutos para encomendarse ante La Chinita: Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Patrona del Zulia.

Ha abierto sus puertas la catedral y son cientos los peregrinos que logran con sus cánticos enrarecer este ambiente cargado de misticismo en el que lo mismo gente venida de los villorrios circundantes que de lejanas naciones se hinca, mira hacia las altas cúpulas.

Rezan, mortalmente postrados ante la magnificencia de este edificio del siglo XVIII y la divinidad de su virgen.

A un lado de la villa centroamericana, apenas cruzando la calle, la iglesia se convierte en obligado recinto dominical bajo un sol que atormenta. Cuando Juegos Olímpicos, se acostumbra designar a un sitio especial para las oraciones en el que, centro internacional, conviven las deidades de cada nación. No aquí. Así que mexicanos, colombianos, puertorriqueños. Cubanos. Ahí están, orando antes de partir hacia una jornada que se adivina agotadora: les esperan 180 kilómetros de recorrido entre Chiquinquirá y el municipio de Cabimas. Tras una última súplica y metidos en sus ropas de competencia, suben a sus bicicletas; cuando todo está listo para la partida, casi como en celestial coincidencia, tañen las campanas. Repican por todo el vecindario. Llamado a misa.

El grupo de 61 ciclistas enfila hacia el puente. Justo frente al atrio, inicia la cabalgata en punto de las nueve.

Se pierde la caravana entre el sonido de los rezos ofrendados al Santísimo, en hombros, y alabado por tantos que con fervor le siguen en manos de monseñor Roberto Licker, obispo de Falcón.

* * *

Sobre las aguas del Lago, perdida a las orillas hasta donde la enviaron las suaves olas, apareció la tablita con la imagen de la virgen. Nunca se supo el origen exacto, pero la madera delineaba sus contornos, casi borrados por el tiempo, en los que algunos tenues rasgos permitían sugerir que tratábase de un cuadro primitivo.

Fue una sencilla mujer del siglo antepasado, María de Cárdenas, quien se entretenía en recoger astillas abundantes en la playa, la elegida para el descubrimiento.

Lavaba ropa, en aquella ocasión, cuando tropezó con una pequeña tabla blanca y lisa que llevó a su casa, en el número cinco de la calle que después se llamaría Milagro, y la colocó en un sitio especial, imaginando que era un cuadro.

Pasaron algunos días. Hasta que el martes 5 de noviembre de 1705, mientras molía cacao, alcanzó a oír ciertos ruidos que provenían de la derruida pared.

* * *

Toma el grupo entre el ovacionar de la gente hacia la avenida El Libertador, omnipresente. Se abrirá el peaje para ellos cuando abandonen la ciudad, ya para el kilómetro cuatro y hasta salir al Palmarejo, luego de cruzar entre la brisa de las inquietas aguas, y en perfecta sincronía --aletear de engranes y cadenas--, la joya arquitectónica que se yergue sobre el Lago Maracaibo.

Nadie atreve el ataque sino hasta dejar atrás Santa Rita, ya en plena carretera, en donde el pelotón comienza a desvanecerse.

* * *

Tres veces sonó la pared en distintas intensidades. ¿Llamaba? Al acercarse, el cuadro despidió destellos que delineaban más nítidamente la figura de una virgen. Fue tan grande el impacto que María sólo atinó a correr. Gritó sin contenerse: ¡Milagro! Y pronto los vecinos compartieron emociones frente a esa prístina luz que emanaba de la antes vieja tablita que todos conocían.

La imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá fue colocada en la ermita de San Juan de Dios, construida en 1689 por el capitán Juan de las Nieves Andrade donde se le veneró por más de dos siglos.

El 26 de julio de 1917 los maracuchos recibieron noticias buenas: le fue concedida la Coronación Católica por el Papa Benedicto XV.

Fue en noviembre de 1935 cuando se construyó la basílica menor. Desde 1942 , monseñor Marcos Sergio Godoy, obispo de Maracaibo, le colocó la corona que le acompaña: 10 kilogramos de piedras preciosas, ofrenda del pueblo zuliano.

Ahora la acompaña un cetro de oro colocado por el cardenal José Humberto Quintero, obsequio del Ejecutivo del Estado, en 1967. El año pasado realizó un recorrido por todos los municipios de Maracaibo, llegó al estado de Falcón y en La Guajira, donde todo el mundo acudió a verla, le regalaron rubíes, perlas, y diamantes antes de su regreso para dar seguir bendiciendo a todo un pueblo.

* * *

Trabajan en conjunto los equipos. Ya cortan el aire abriendo paso los venezolanos; ya los mexicanos arrecian hacia la llegada. Ya en Cabimas les espera, entre ese gentío que los mira con asombro, el abrazo popular. Un primer grupo se despega metros antes de la meta y entran como en final para detener el tiempo y el espacio, los tres con la misma marca: 3 horas 59.12 minutos. Oro para el cubano Pedro Pablo Pérez. Le siguen los mexicanos Manuel Arturo Carvajal contagiado de felicidad (“fue una gran carrera en la que trabajamos muy bien; la organización ha estado perfecta y la estadía insuperable con esta medalla que, aunque no de primer lugar, llena de satisfacción al equipo”), y Jaime Aguilar, desfalleciente (“¿el calor?, qué importa cuando las cosas salen bien. Todo el grupo decidió compactarse para resentir menos el agobio de la temperatura y ha sido hasta el final, en el embalaje, cuando se decidieron las cosas”).

* * *

Los venezolanos Arnoldo Mendez y Aldrin Salamanca, se quedaron a unos metros: cuarto y quinto.

Una sala llena de “milagritos” tiene la catedral a la derecha: insignias militares, fotografías, trofeos y veladoras.

Clamaba por una medalla centroamericana.



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Más duele el desamor...






“La mejor venganza es el progreso”

Pedro Díaz G./Enviado

Maracaibo, 18 de agosto.- Ha sido el desamor el que le trae hasta acá, a esa sala sin muebles en el noveno piso de la torre verde en la villa centroamericana y le hace decir, con voz pausada, que nada le importa que Félix Savón sea campeón mundial, medallista olímpico, símbolo cubano.

“Su nombre no me lastima”, atreve.

Daña más el olvido.

* * *

Nació Alejandro Virgen en Ensenada, Baja California y de pequeño acompañaba a don Rafael, su padre, a las largas jornadas mar adentro, en busca del pescado. De aquel entonces guarda como indeleble imagen la del océano en perfecta unión con el azul del cielo y, en el medio, ellos, apenas una embarcación extraviada a la distancia.

--En el aislamiento, los pescadores, mi padre, fueron convirtiéndose en mecánicos de altamar, que no es otra cosa que la lucha por la superviviencia: si el motor falla, no quedará más remedio que improvisar, si las piezas dañadas no están a bordo, o cambiarlas si la bodega posee la refacción necesaria.

La vida transcurría, para la familia Virgen, en la perfecta comunión con las aguas del Pacífico.

Hasta que:

--...Llegó el día en que el pescado (atún, anchobetero...) escaseó, y la población comenzó a disgregarse sin control.

Dos hijos tenían don Rafael y Sonia Virgen. Alejandro de diez años y Priscila apenas tres, cuando vieron una tarde que se empacaban maletas, se desnudaba la casa y, papeles en mano, enfilaban juntos hacia la frontera.

Lo supo después: su tío Pablo Gallegos, gerente de una fábrica de materiales y refacciones para la aeronáutica, se enteró de la crisis y, conocedor de las habilidades mecánicas de Rafael, le invitó a trabajar con él, en Estados Unidos, a donde pronto llegó como si de otro mundo se tratase.

Ya sus labores no eran en vetustas maquinarias. Robots, computadoras. Tecnología fue lo que encontró en la fábrica, donde comenzó como ayudante y ahora, diez años después, pasa la vida como jefe de mantenimiento de la planta.

Buen salario.

--Gracias a Dios mi padre siempre logró darnos una buena vida debido a su trabajo y sus ganas de triunfar. Yo inicié la escuela; llegué a High School...

La vida le tenía deparadas sorpresas a Alejandro Virgen, desde muy pequeño (“prácticamente no tuve adolescencia; tuve que madurar muy pronto”).

Fue en las calles de Palmdale, al sur de California, donde la conoció.

Claudia, salvadoreña que pasó parte de su infancia en Australia, reunía los requisitos del amor. Convivían casi permanentemente y ella inclusive le acompañaba, y le esperaba, cuando partía después de clases al gimnasio del barrio, a practicar el pugilismo.

--Pero su embarazo me hizo crecer a fuerzas cuando apenas cumplíamos 17. Y aunque nuestros padres no fueron aprensivos como se acostubra, pues nunca nos dijeron: ahora se casan, de verdad que nos queríamos y juntos decidimos seguir adelante. Al principio fue difícil, pues ella comenzó a tener problemas en su casa y yo aún no trabajaba. Se mudó a vivir con mis padres pero eso era algo que yo no deseaba, así que me metí a trabajar.

Buen empleado resultó Alejandro Virgen y en unos meses tenía controlado, en la fábrica de material para aviones, todo lo relacionado a la calibración de precisas herramientas que requieren hasta de temperaturas exactas para su óptimo funcionamiento”.

Buena paga que le permitió el alquiler de un apartamento y, ya solos, se disponían, junto con el pequeño Jonathan, a disfrutar de ese misterio llamado relación de pareja, en unión libre.

No dejaba a un lado los entrenamientos, que poco a poco se iban convirtiendo en parte inobjetable de su vida. Pero sucedió: nadie sabe cuándo comenzaron los pleitos pero cada vez el tono de la voz se levantaba a decibeles poco a poco menos soportables. Claudia trabajaba entonces, lo hace ahora, como agente de bienes raíces y como notaria pública.

--Un compañero de su trabajo comenzó por obsequiarle flores y sus amigos pronto la convencieron de que merecía a alguien mejor que yo.

* * *

En casa de Alejandro Virgen viven permanentemente decenas de chiquillos. Ya en Estados Unidos, doña Sonia admitió que era tal su amor fraterno que alcanzaba para más. Notaba las diversas formas de maltrato infantil y escuchaba las cada vez más asombrosas historias que ocurrían en el barrio. Se inscribió entonces en un programa estadounidense de apoyo y, de cuando en cuando, le llaman, le envían pequeños que lo mismo permanecen con ella y su familia un día, dos, quizás hasta meses, en lo que se resuelven situaciones entre los juzgados de la región.

--Les dice, cuando llegan: ‘aquí tendrán los mismos derechos que mis hijos. Si yo les digo esto no se hace, no es capricho: no lo hacen ni ustedes ni mis dos hijos. El tiempo que estemos juntos, seremos como una familia’ y ellos lo entienden. Nosotros los queremos sin prejuicios.

Hace cinco años, cuando tenía apenas siete días de nacido, llegó doña Sonia con Albin, un pequeñito negro del que se enamoró al primer suspiro como lo hicieron don Rafael Alejandro y Priscila. No dudaron en adoptarlo.

--Yo jamás he contado esta historia. A nadie digo que es adoptado. No lo siento como tal. “Es mi hermano’, respondo a quien pregunte, a pesar de la extrañeza de sus rostros.

* * *

“Me dolía mucho todo aquello los primeros días. Nos separamos. Ella me dijo, entonces: ‘la mejor venganza es el progreso’...”

--Pero yo seguía sufriendo.

Lo hacía Claudia, también, mientras cuidaba al pequeño Jonathan.

Un día, Alejandro se enteró de que su ex mujer partía hacia el aeropuerto bebé en brazos. Corrió, buscó a la policía, explicó el caso y, sirenas abiertas, un convoy atravesó la ciudad para llegar apenas a tiempo: Centroamérica, era el destino, pero la historia terminó, aquella tarde, en la corte federal.

Ganó puntos Alejandro ante los jueces de California. Es costumbre general en esos lares que la mujer demande: que si por golpes, que si por abandono, que si por dinero para mantener a sus pequeños.

El sólo pedía que le dieran a Jonathan, que hoy tiene un año y siete meses.

La sentencia:

--Podía tenerlo conmigo los tres primeros fines de semana y el cuarto y quinto jueves de cada mes.

* * *


Abandonó Alejandro el departamento y se fue a vivir con doña Colin, madre de Héctor López, medallista olímpico mexicano que de Glendale se cambió a Palmdale y es con su hermano Sergio con quien entrenaba hasta que una tarde la señora llamó al Comité Olímpico Mexicano y habló de él con las autoridades boxísticas. Se acercaba el torneo Guantes de Oro que el había ganado ya y condición fue entonces obtener el título de nuevo. Esa sería su tarea. Lo hizo. Viajó a México apenas hace dos meses y sobrevive con la beca que le da el comité que nada se compra con aquellos sueldos en dólares como especialista técnico. Pero:

--Siempre he amado al boxeo. Algún tiempo lo dejé, por los problemas. Pero la verdadera fuerza que me tiene aquí son aquellas palabras de Claudia y ese amor por México que, aunque parezca extraño, se te mete en cada poro de la piel cuando estás lejos.

Son amigos ahora, Claudia y Alejandro. “Solucionemos el caso como adultos”, acordaron y atrás quedarían las sesiones ante el juez.

Hoy, Alejandro dice respetar a Savón por su historial; por su carrera. Sabe que, con sus apenas 86 kilos será desventaja subir al cuadrilátero de La Cotorrera la noche de mañana ante los 91 del cubano; no le importa llevar apenas trece combates.

--La mayoría sube derrotado. A mi Félix Savón no me impresiona y, por el contrario, cuando supe que era mi rival el corazón se me llenó de orgullo.

--Será difícil; acaso imposible...

--Sí, pero más duele el desamor.


Agosto, 1998


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Saturday, May 27, 2006

Todas las crónicas


En 1998 se realizó la aventura llamada Venezuela.
Primera salida a un encuentro deportivo de magnitud similar. Primer y único viaje a Sudamérica. Tras el vuelo a Caracas, un Fiat Uno rentado en el aeropuero de La Guayra, fue el transporte durante los siguientes 4 mil 500 kilómetros, en casi 21 días.
Muchas historias surgieron entonces. Colores, orgullos, ojos lindos y mujeres que no tienen comparación. En lo deportivo, en lo anímico. En el aprendizaje y el cómo allegarse información, mucho hay qué contar. Y otro tanto por leer.
A mí, me llenó de satisfacción escribirlo con la prisa del enviado y con esa magia que surge cuando todas las imagenes desean ser plasmadas en la hoja y el tiempo se acaba: ya es casi el cierre de edición. Envía, por favor...
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El color de Maracaibo
En pos de las medallas, el deporte mexicano. Tras las historias, el cronista infatigable

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